viernes, 20 de junio de 2014

Decisiones morales y Videojuegos

Yo siempre me he considerado un poco tonto en los videojuegos, siempre he seguido una linea legal/buena o neutral/buena. Si me meto en la piel del protagonista y me tomo en serio un juego tarde o temprano acabo perdonando al débil y castigando al malvado. Sin embargo la mayoría de mis amistades disfrutan de moralidades perversas en sus partidas de Mass Effect y Skyrim. ¿Por qué yo no puedo?

Los videojuegos, así como los juegos de rol, son situaciones ficticias en las que se toman decisiones morales. Estas decisiones, aunque no tengan repercusión en la vida real, pueden llegar a tenerla en tu interior, abriendo una linea de pensamiento que no te esperabas.

Cuando el otro día un amigo y yo nos pusimos en la piel de un multimillonario decidimos plantearnos una vida placentera y solucionada, rodeados de familia y queridos, en una isla paradisíaca; la única pega era que tus decisiones empresariales afectaban negativamente a la vida de familias mucho más pobres. 

Mi amigo me decía: "Si yo estuviese ahí, lo haría, haría lo que hacen ellos, miraría por mi y por los míos. Pues, al fin y al cabo, tu universo acaba cuando tu mueres"

Su propuesta parecía razonable. Mi hermano me dijo hace un par de días: "Poco a poco la vida va cerrándote de casa para dentro, pasas tu tiempo con tu mujer y tu hijo, y las amistades también hacen lo mismo". Entiendo entonces que tu escala de valores cambia notablemente.

Los juegos de Rol (mesa y dados) al igual que los videojuegos, como hemos dichos, plantean cuestiones morales en situaciones ficticias. Es eso lo mismo que hicimos mi amigo y yo con el empresario, y las decisiones que me preocupaban parecían argumentarse por cosas tan sencillas como que poco a poco, tu universo es tu familia y, evidentemente, miras por ellos. Sin embargo la diferencia entre esto y el empresario es que realmente hay un empresario viviendo en una isla paradisíaca. Podríamos decir que lo que para mi es una situación de ficción para otro es la realidad. Al igual que para el empresario el trabajador de la mina sea un dato más, una ficción más con la que contar. De esta manera Shephard y el Dragonborn podrían ser personas reales viviendo tan lejos y ajenamente a nosotros que los consideramos ficción. 

Se que me estoy yendo un poco por las ramas, así que pasaré a haceros una pregunta: ¿Si realmente la vida de esos modelos en 3D fuesen reales? Si alguien te dijera que por alguna casualidad existe una criatura como esa en una parte del universo, y que tus acciones en el videojuego de PC van a determinar que viva bien o mal, si así fuese ¿Seguriais puteando a los personajes? ¿Seguiríais aprovechando la distancia que os libera -aparentemente- de la responsabilidad moral?.

Mi reflexión fue la siguiente:
Yo vivo mi vida. Mi vida, vaya bien o mal, es una aventura intrepidante que muy mal he de estar para querer terminar con ella, incluso en una situación límite sería una decisión muy complicada cesarla. Mi vida está llena de recuerdos, de decisiones, de aspiraciones y personas a las cuales echo de menos y amo.  Ahora bien, si consigo entender que cada una de las personas que nos cruzamos en la calle o en un chat, independientemente de su condición, están viviendo algo tan sumamente importante como lo que estoy viviendo. Si consideramos que esa gente es tan capaz de hacer daño a millones de personas por proteger ese pequeño círculo de realidad como lo serías tú, ¿No tendríamos la sensación de que cada persona es tan importante como tu mismo o como la persona que más ames en tu vida?.

Puedes ser todo lo egoísta que seas. Puedes preferir cerrar los ojos y mirar sólo por los tuyos. Pero yo estoy convencido de que dejaría mi isla paradisíaca y cesaría aquello que hiciese tanto mal a la gente. Por que si tengo la posibilidad de ver más allá, ¿por qué no lo voy a hacer?.

Yo elijo la inteligencia y la empatia. Y el primer grado de empatia (seguramente el primero y último) pasa por aceptar que el mundo de cada persona es incomprensible para ti, que eres incapaz de valorarlo como lo valora esa misma persona y que, por lo tanto, no tienes derecho a dañar a nadie.

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