viernes, 12 de septiembre de 2014

Olvidadizo

Me levanto, y no me acuerdo de qué dije ayer, de los planes y las promesas que me hice. Pasan las horas y me convierto en un olvidadizo, me hago poco a poco consciente de la situación e intento recordar. Pero nada ocurre.

Pasan las horas y recuerdo que olvidé, así que vuelvo a intentar recordar. Esta vez me esfuerzo más, cojo un papel, plasmo los objetivos, intento buscar aquí y allá donde apunté las cosas. Y las encuentro, pero todavía no recuerdo nada.

Acabo pensando que ya lo tengo todo delante, que ya lo he recordado, pero que mi problema es que ya no creo en todo eso.

Entristece pensar que no apoyas ya nada, pienso en la constancia y el esfuerzo, así que no me lo tomo muy en serio, no le doy importancia a todas estas horas pasadas, me repito que lo que ayer pensé volveré a pensarlo en un rato.


jueves, 11 de septiembre de 2014

Geometría Oculta

A veces se esconden la linea y la geometría. Encabalgado entre el diseño y el azar se esconden espacios y figuras, como formas en nubes. Algunas veces la vida que tiene lugar en un fragmento de segundo completa la geometría oculta.
Lo único que se necesita para descubrir este mundo es cambiar el punto de vista, o simplemente la manera de ver. Los fotógrafos tienen ese ojo, en parte la composición usa la geometría oculta, y a mi siempre me ha fascinado. El arte del azar, la actividad de los muertos, la tensión de la pausa temporal.

Esta semana me he propuesto salir y pasear, buscar la geometría oculta. Buscarla en mi casa, en las calles, en la gente, en la ciudad, allá donde pueda.

miércoles, 10 de septiembre de 2014

El Pacto

Quiero aplicaciones para la felicidad, interactividad introspectiva. ¿Tan difícil es crear algo que se ancle en nosotros mismos?

Quiero clases particulares de responsabilidad con uno mismo, quiero profesores de la propia aceptación. Necesito repasar la materia más básica, la que dicen que sólo supimos al nacer, la que es sustituida por nuestra cultura.

Noto que nuestro pacto más endemoniado se encuentra en nuestra cultura. Queremos tener los pies sobre la tierra pero la respuesta a dicha expresión sólo nos lleva a atarnos a fantasías aceptadas, a tratos de conveniencia, a intereses generalizados y no tan generalizados.

...

A veces me gustaría poder alimentarme de imaginación. La gente piensa que los sueños no son verdad porque no afectan al mundo material, pero eso no los convierte en menos reales.

sábado, 21 de junio de 2014

Alta tecnología

Los cables traen la pena, electricidad depresiva, bits bajoneros, pantallas que sólo reflejan lo peor de cada uno, escritorios que subrayan lo que no eres, servidores para la dejadez, URLs del desánimo, gráficos de tu fracaso.
Gracias a la fuente de alimentación argumento mi estancamiento.

Los cables mienten sobre la libertad, la electricidad son una falsa comodidad, crees que puedes pero no controlas los bits, la belleza de las pantallas es superficial, los escritorios perdieron los lapiceros y los sutituyeron por restos del desayuno sin recoger, los servidores sin duda no sirven a alguien como tú, las URLs pertenecen a quien sólo quiere sacarte el dinero, los gráficos son una evidencia de lo que tu no eres capaz de hacer.
Podría echar la culpa a la fuente de alimentación, pero la culpa es sólo mía.

viernes, 20 de junio de 2014

Decisiones morales y Videojuegos

Yo siempre me he considerado un poco tonto en los videojuegos, siempre he seguido una linea legal/buena o neutral/buena. Si me meto en la piel del protagonista y me tomo en serio un juego tarde o temprano acabo perdonando al débil y castigando al malvado. Sin embargo la mayoría de mis amistades disfrutan de moralidades perversas en sus partidas de Mass Effect y Skyrim. ¿Por qué yo no puedo?

Los videojuegos, así como los juegos de rol, son situaciones ficticias en las que se toman decisiones morales. Estas decisiones, aunque no tengan repercusión en la vida real, pueden llegar a tenerla en tu interior, abriendo una linea de pensamiento que no te esperabas.

Cuando el otro día un amigo y yo nos pusimos en la piel de un multimillonario decidimos plantearnos una vida placentera y solucionada, rodeados de familia y queridos, en una isla paradisíaca; la única pega era que tus decisiones empresariales afectaban negativamente a la vida de familias mucho más pobres. 

Mi amigo me decía: "Si yo estuviese ahí, lo haría, haría lo que hacen ellos, miraría por mi y por los míos. Pues, al fin y al cabo, tu universo acaba cuando tu mueres"

Su propuesta parecía razonable. Mi hermano me dijo hace un par de días: "Poco a poco la vida va cerrándote de casa para dentro, pasas tu tiempo con tu mujer y tu hijo, y las amistades también hacen lo mismo". Entiendo entonces que tu escala de valores cambia notablemente.

Los juegos de Rol (mesa y dados) al igual que los videojuegos, como hemos dichos, plantean cuestiones morales en situaciones ficticias. Es eso lo mismo que hicimos mi amigo y yo con el empresario, y las decisiones que me preocupaban parecían argumentarse por cosas tan sencillas como que poco a poco, tu universo es tu familia y, evidentemente, miras por ellos. Sin embargo la diferencia entre esto y el empresario es que realmente hay un empresario viviendo en una isla paradisíaca. Podríamos decir que lo que para mi es una situación de ficción para otro es la realidad. Al igual que para el empresario el trabajador de la mina sea un dato más, una ficción más con la que contar. De esta manera Shephard y el Dragonborn podrían ser personas reales viviendo tan lejos y ajenamente a nosotros que los consideramos ficción. 

Se que me estoy yendo un poco por las ramas, así que pasaré a haceros una pregunta: ¿Si realmente la vida de esos modelos en 3D fuesen reales? Si alguien te dijera que por alguna casualidad existe una criatura como esa en una parte del universo, y que tus acciones en el videojuego de PC van a determinar que viva bien o mal, si así fuese ¿Seguriais puteando a los personajes? ¿Seguiríais aprovechando la distancia que os libera -aparentemente- de la responsabilidad moral?.

Mi reflexión fue la siguiente:
Yo vivo mi vida. Mi vida, vaya bien o mal, es una aventura intrepidante que muy mal he de estar para querer terminar con ella, incluso en una situación límite sería una decisión muy complicada cesarla. Mi vida está llena de recuerdos, de decisiones, de aspiraciones y personas a las cuales echo de menos y amo.  Ahora bien, si consigo entender que cada una de las personas que nos cruzamos en la calle o en un chat, independientemente de su condición, están viviendo algo tan sumamente importante como lo que estoy viviendo. Si consideramos que esa gente es tan capaz de hacer daño a millones de personas por proteger ese pequeño círculo de realidad como lo serías tú, ¿No tendríamos la sensación de que cada persona es tan importante como tu mismo o como la persona que más ames en tu vida?.

Puedes ser todo lo egoísta que seas. Puedes preferir cerrar los ojos y mirar sólo por los tuyos. Pero yo estoy convencido de que dejaría mi isla paradisíaca y cesaría aquello que hiciese tanto mal a la gente. Por que si tengo la posibilidad de ver más allá, ¿por qué no lo voy a hacer?.

Yo elijo la inteligencia y la empatia. Y el primer grado de empatia (seguramente el primero y último) pasa por aceptar que el mundo de cada persona es incomprensible para ti, que eres incapaz de valorarlo como lo valora esa misma persona y que, por lo tanto, no tienes derecho a dañar a nadie.

viernes, 13 de junio de 2014

Rutinas y anclajes

La gente tiene aplicaciones en el móvil para todo, la mayoría gira en torno al ocio y al consumismo. Lo mejoran, amplifican, facilitan, abaratan, pluralizan. Con tu móvil ya puedes comprar cualquier cosa. Puedes consumir productos que antes tenías que pagar, propiciandote ocio.

La gente no sabe lo que quiere, yo soy el mejor ejemplo, pero muchos de ellos creen saberlo, pues hay tanta gente que se ha preocupado en ponerte opciones delante de tus narices. Apetitosas opciones de vida a las que puedes subirte si te sientes perdido. Religión, oficio, placer. Cada uno elige entre la amplia variedad, condicionado por los movimientos de sus cercanos y por la moda.

Es la total libertad de elección la maldición de nuestras acomodadas vidas. Es nuestro pecado capital preferir los límites a la vasta inmensidad. Las personas necesitamos puntos de anclaje, subrealidades, rutinas, otras personas. Acotar, limitar, crear fronteras, especificar núcleos, grados de importancia... todo ello con el fin de aportarnos seguridad y la sensación de tener nuestras vidas encarriladas.

Pero es todo falso.


Preguntas sobre la motivación

Se pasan las horas sentado delante del ordenador, esta mañana podría ser igual que muchas otras, provocándote esa sensación de que el tiempo pasa sin hacer mella en ti. Parado es desgraciado. Desanimado por la falta de movimiento, un pez que se muerde la cola, un ciclo que se cierra sobre si mismo.
Con cara de pensativo pero sólo con dudas y anhelos a la iniciativa.
A mi lo que me gustaría, cómo mínimo, es encontrar la confianza en algo. Pues qué puedo hacer si descarto las ideas y nada es constante. Si lo que hoy me resulta interesante y digno de hacerse mañana me resultará mediocre y una opción desechable.
¿Qué formato? ¿Qué idea? ¿Por donde empezar? ¿Valorar sus utilidad o lo que a mi me aporte? ¿Qué coño me va a aportar? ¿Experiencias? ¿Alegría? Si al menos así fuera. Qué experiencia puede aportarme algo que sólo nace de mi, algo que no me haga aprender del mundo o de otras personas.
¿Pero y si no me conozco y algo que saliese de mi también fuese un aprendizaje? En ese caso, ¿Cómo sacar hoy y ahora algo nuevo de mi? Algo que no conozca, o algo que haya olvidado, o algo que todavía no haya conseguido expresar de una manera comprensible.
Porque a mi, ¿Qué me llena? ¿Qué me apasiona? La fantasía, el volar y soñar, para adentro casi siempre. Hacia fuera sólo en mis partidas, quizá al viajar... ¿Cuándo en mi vida he disfrutado de verdad con lo que he estudiado? ¿Cuándo en mi vida he dicho: “Esto es lo que quiero hacer”? Si que he fantaseado con la idea de hacer algo, si que he disfrutado con los resultados de los trabajos de otra gente en ciertos sectores.

Pero en realidad... en realidad siento que nada me apasiona lo suficiente como para postergar todo lo demás por ello. Como para salir de la ocupación, del ruido blanco, de la mente ocupada, del no pensamiento.

¡Qué hipócrita soy que alabo el pensamiento y luego soy el primero que lo evita! Qué incapaz soy a mantener un pensamiento amarrado, a desarrollarlo a lo largo del tiempo. ¿Cuál es el sistema? ¿Cuál es el método? El que me funcionara a mi, el que me sirviera. ¿Qué hice en el pasado? Siempre he sido incapaz de terminar las cosas que sólo me influían a mi, que sólo me interesaban a mi. Sólo he respondido por la persona ajena.

¿Qué me gusta a mi? Yo, que reniego de un mundo informatizado y comercializado, con falsedad en la comunicación y que sin embargo enfoco todas mis acciones a participar en él. Yo, que quiero la vida sencilla y soy incapaz de hacer crecer una patata.

De qué me sirve una creación personal si luego lo que te llena es la aprobación ajena. Si luego lo que te sirve es la remuneración económica.

Si al hacer algo, sintiese que con ello aprendería algo importante de verdad, algo sobre mi, o sobre el mundo, algo que fuese a cambiarme por dentro y la forma de hablar, y de ver.

Comer, dormir, sobrevivir. Fácil es mi situación. ¿Y ahora qué? ¿Cómo vivo? Disfruto de las cosas que tengo, pero ¿qué es lo que quiero y cómo quiero vivir?

Algo me dice que viajar siempre me ha llenado. Viajar ahora es Dinero. Pero realmente podría ponerme la mochila y andar... si quisiera de verdad, o si tuviese el valor.

No necesito comunicar nada de eso, no quiero ponerme a grabar esas cosas y contarlas. Por que son mías y porque también dudo del interés del resto de personas por ellas.

Y en que mediocridad me encuentro. Que yo, el hombre de los mil proyectos... apenas terminó alguno en su vida.


¿Qué pasión me queda? ¿Qué motivación?...

jueves, 15 de mayo de 2014

Córdoba 30/12/12 - 03/01/13

Las noches más largas.
Las fotografías con menos significado.
Los paseos más vacios.
La enorme necesidad de sentirse acompañado.
El arrepentimiento.
El dolor por la pérdida.
La música.
El gasto de tu saldo.

Hace mucho que pasaron estas noches que dejé en blanco. Y me alegro.